ESTHELA DAMIÁN PERALTA
Nada peor en torno al desfalco financiero que denunció el alcalde de Acapulco, Luis Walton Aburto, por 2 mil 142 millones de pesos, que el presunto responsable, Manuel Añorve Baños, sea hoy secretario de la Comisión de Vigilancia de la Auditoría Superior de la Federación en la Cámara de Diputados.

Añorve no sólo salió de la peor manera del municipio de Acapulco, sino que ahora se envuelve en la bandera anticorrupción cuando los acapulqueños saben que dejó en las peores circunstancias, tanto él como su sucesora, las finanzas del puerto.

Sería muy grave que este mensaje sea el que mande el PRI al país, porque la Cámara de Diputados es un órgano federal en el que los partidos políticos, por sus perfiles e idoneidad, proponen a quienes integrarán las secretarías y las comisiones más relevantes.

¿Este es el mensaje que envía el PRI al país y al estado de Guerrero? ¿Que Añorve es su bandera anticorrupción, que es el mejor presidente municipal para combatirla o para denunciarla ante la Auditoría Superior de la Federación? Éste es un asunto complejo con un PRI que no ha podido superar las derrotas que ha tenido frente al PRD o la alianza de las izquierdas.

Preocupan, agravian, pero, sobre todo, insultan los dichos públicos de Añorve en el sentido de que las cifras del actual munícipe son falsas. En todo caso, que tenga el decoro de tener encuentros públicos en los que, de cara a la sociedad, diga cómo dejó las arcas del municipio y por qué hizo contrataciones tan abultadas al final de su gestión.

Que también revele la inversión del puente Bicentenario o nos diga, por ejemplo, en qué utilizó y para qué los recursos de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio de Acapulco (Capama), un organismo descentralizado que todo guerrerense sabe que fue su caja chica.

¿Dónde quedaron los millonarios recursos que hoy tienen al borde de la quiebra al municipio de Acapulco? Esto es lo que Añorve debe responder a todos los guerrerenses.

Coincido plenamente con las voces que exigen justicia en este caso, que no haya impunidad y que los responsables sean llevados ante los tribunales.

Recientemente, Brasil dio un buen ejemplo en el combate a la corrupción.

El jefe de gabinete del entonces presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva, José Dirceu, fue condenado a 10 años y 10 meses de prisión por corrupción, en una sentencia histórica en un país donde la justicia mostró en el pasado mano blanda con los políticos corruptos.

La Corte Suprema señaló a Dirceu como el cerebro del esquema de compra de votos de legisladores con fondos públicos durante el primer gobierno de Lula, entre 2003 y 2006, conocido como “mensalao”.

En México, en cambio, estamos desvalidos frente a este flagelo.

Lo ocurrido en el puerto de Acapulco no hace más que confirmar el informe de Transparencia Internacional (TI) que denunció nulos avances en el combate a este flagelo en el país.

El organismo ubicó a México en la posición 100 de 183 países considerados en el Índice de Percepción de la Corrupción y es el peor de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en el que ocupa el lugar 34 de la misma cantidad de integrantes. En América Latina el país mejor ubicado en el Índice de Percepción de Corrupción fue Chile, con una calificación de 7.2, y en la posición 22 global, casi 80 lugares por encima de México.

Transparencia Internacional señaló que el índice muestra que algunos gobiernos no protegen de forma adecuada a sus ciudadanos frente a la corrupción, tanto en el abuso de los recursos públicos como en la presencia de sobornos o en el hermetismo en la toma de decisiones.

Además, advirtió que las manifestaciones en el mundo relacionadas con muchos casos de corrupción e inestabilidad económica son una muestra clara de que los ciudadanos consideran que sus líderes e instituciones públicas no son suficientemente transparentes, ni rinden cuentas de manera adecuada.

La sociedad se puede convertir en un factor importante contra la corrupción, puede ser un ente independiente que contribuya a la transparencia frente a gobiernos que han perdido el rumbo, como lo fue el de Añorve Baños en el municipio de Acapulco. n