Tienen razón el PRI y el PAN cuando dicen que lo único que quieren es “modernizar” las leyes laborales: ya que éstas sólo tienen sentido en el modelo económico que han venido planteado desde hace varios años. También tienen razón cuando dicen que es una necedad oponerse a ella; ya que la actual ley fue concebido en otro modelo económico (de los años del Estado del bienestar y sus derivados en la década de los 70) que no calza con la realidad del país.

Para decirlo en otras palabras, la nueva Ley Federal del Trabajo trata de adecuar la legislación vigente a las nuevas condiciones económicas de libre mercado. La ley vigente es un obstáculo para este propósito, ya que entorpece la flexibilidad que se requiere para darle “dinamismo” al ámbito laboral. Esto, por supuesto, son un montón de eufemismos y retórica derechista para hacerle creer a la gente que es lo mejor y el camino a seguir.

Lo que hay que criticar entonces, no es la reforma laboral (cosa inmediata pero superficial), sino el modelo económico vigente. Si México tuviese un mercado interno más fuerte, industria nacional, desarrollo tecnológico todas esas cosas que han venido destruyendo en los últimos años, la reforma laboral se discutiría en otros términos; la que hoy defienden PRI y PAN no tendría sentido alguno. Si no se cambia esta forma de dirección de la economía nacional, no importa si aprueban esta o la ley que sea, el problema seguiría siendo el mismo.

Es el capitalismo, estúpido…